Fuego, fuego…! Gritó una voz asustada en la tranquilidad de la noche…levantaos, deprisa, todo el mundo en pie, despertad…hay un incendio…Una a una se fueron levantando, asustadas, sorprendidas, alborotadas… ¡en formación, todas en formación, cada una en su puesto!, deprisa, deprisa…gritó la letra A con la autoridad que le daba ser la primera del abecedario. Una a una se fueron colocado en fila india… ¿hay alguna herida?, yo, dijo la Ñ, se me ha chamuscado el sombrero y escuece un poco, la letra T, encargada del botiquín ,se acercó y le puso una tirita infantil con Piolín balanceándose en su columpio.
En casa de los señores Salgado la situación era angustiosa, con las maletas preparadas y el coche a punto, se disponían a poner distancia entre su ideología y la inquietante realidad, las noticias sobre el golpe de estado sonaban entre las paredes, había comenzado la locura del 23 de febrero, noche de incertidumbre a la luz de transistores noctámbulos rompedores de sueños. Antes de partir hacia la frontera el señor Salgado recordó que sería prudente quemar algunos libros y panfletos, encendió la chimenea y procedió a dar pié a su particular inquisición, no quería tener problemas.
Vamos a ver, tranquilas por favor, por lo visto están quemando varios libros, menos mal que nos dimos cuenta y saltamos a tiempo de sus páginas, los lectores han huido despavoridos… ¿alguien sabe que es lo que está ocurriendo?, seguro que ha vuelto la censura, dijo la altanera I latina con sus pantalones pitillo marcando tipo, no es eso, dijo la F mientras encendía un cigarrillo, creo que hay una movida en el parlamento … eso, eso, dijo la letra X, yo lo he oído por la radio … bien, entonces veamos, dijo la letra A, hacer el favor de poneros por orden alfabético para que compruebe que estamos todas y acto seguido procedió a pasar lista, letra B…¡presente!...letra C, nadie contestó, levantó la voz, ¡letra C!, estoy aquí se oyó en la lejanía, ponte en tu sitio dijo la resignada A, ¡no quiero! respondió la C…
sin levantar lavista la regidora del singular abecedario supo donde se había situado la desobediente, mira, haz el favor de dejar en paz a la letra H ¿cómo te tengo que decir que ya no sois pareja?, ¿ni siquiera de hecho? dijo la C compungida, ¡ni siquiera, dijo la A!, haz el favor de colocarte en tu sitio y que alguien despierte a la dormilona letra Z por favor, dicho y hecho, la Y griega le dio un puntapié y esta se desperezó con un gran bostezo. Del otro lado del salón llegaron unas angustiosas voces… ¡socorro, socorro, que nos pillan!, la letra M llegó a grandes zancadas y la O rodando como una balón en pleno partido, algo habitual en la devoradora de galletas…hay unos extraterrestres que nos persiguen dijeron…detrás de ellas las componentes del alfabeto griego también corrían…¡alto dijo la letra A!...¿qué pasa aquí?, la beta se adelantó para decir que todo era un error y que ellas estaban en la misma situación…perdón, dijo, todas tenemos un problema, a nosotras nos quemaron el diccionario, creo que por equivocación y hemos decidido ir a la facultad de Filología Clásica para ser útiles y vosotras ¿qué vais ha hacer?, dijo al tiempo que ella y sus compañeras se alejaban.
Reunión urgente, debates, mociones, protestas, de todo hubo hasta llegar al acuerdo unánime, la propuesta de la vocal E fue aceptada.
Os ruego formalidad y que no os dejéis pisar por nadie, que las mayúsculas se hagan cargo de las minúsculas y mucho cuidado con los pasos de cebra, respetad los semáforos, decía la líder del grupo…y que ninguna se pierda.
Sorprendidos estaban los transeúntes de la Avenida Ricardo Soriano cuando las vieron pasar. La letra O, como era habitual, rodaba con una sonrisa en los labios hasta que se dio contra el bordillo de una jardinera, comenzó a llorar y la letra T corrió a su lado con el botiquín de emergencias, no en vano era enfermera del grupo, abre la boca, le dijo, la O la abrió y le enseñó el diente, ya solo te queda uno, a este paso no te quedará más remedio que ponerte a dieta, pues yo no quiero ser como la vocal del pantalón pitillo, chica, si parece la radiografía de un silbido, dijo . Bueno, venga levántate y procura no rodar.
Mientras tanto la letra G hablaba con un policía local, guapetón para su gusto, alto, un moreno con arte, le preguntaba por la Calle Notario Luis Oliver y transmitió la indicación a la jefa del grupo.
Aquí es, dijeron la C y la H al unísono, ya hemos llegado… Pues ahora os pido formalidad y cuando lleguen, a lo dicho, os subís hasta sus bolsillos y permanecéis calladitas que ya veréis el buen uso que hacen de nosotras en el taller literario de Sasi. Así sea, respondieron todas.
Y así fue, soñamos y volamos sobre mariposas nocturnas para sumergimos en la espesura de la niebla londinense y descubrir al verdadero Jack “El Destripador” al tiempo que anduvimos varios kilómetros por la sierra Rondeña para saborear las inigualables faenas de toreros peinados de albero, vimos escobas voladoras traspasar el aire nocturno de un día cualquiera para ir a parar bajo las ruedas de un camión al tiempo que nos embriagaban las escaleras de burdeles llenas de controvertidos secretos envueltos en papel de caramelo y nos bañábamos con lluvia de arroz, fuimos testigos del despertar de dos eternos durmientes en los brazos de un coma profundo y abrir sus ojos pronunciando palabras desorientadoras en lengua extraña mientras un loro potencialmente excitado nos hablaba en latín, de los profundos sentimientos de un perrillo callejero en busca de amor pasamos a las cicatrices en el corazón de una cáscara de huevo rota al azar, paseamos por lecturas de verbos dormidos para llegar a un medieval Toledo con el corazón adosado a una escalera de caracol mientras personajes de tres dedos nos situaban en un tanatorio donde la luna se volvía roja de dolor, de pasión y todo ello, anclados en las agujas de un reloj que marcaba las doce, solo las doce…siempre las doce.
Paseo de Letras