Circulo blanco que envuelve y
traspasa el dolor como luz
tenue,
convulsión de un punto
y envoltura de la nada
poseída del lodo ancestral
de la muerte que aguarda
como vómito espontaneo
en cerebro dañado.
Alborada fría de círculos
que navegan por la oscuridad
al otro lado del lodo
donde el alma tiene su plaza
hasta
hacer
romper
desmontar
los recuerdos paridos con
dolor
en un punto y final.
Trombo mensajero de orzuelos
que cierran la luz de mis
ojos
donde llega la elipse
de un dolor indescifrable.
No hay movimiento sino
araña que abraza mi rostro
en doloroso abrazo
mientras manos desconocidas
me elevan más allá de la
vida
hacia una muerte no vivida.
Tuerce el monstruo mi cabeza
sin movimiento alguno
sincopándose en cornada
mortal.
Segunda oportunidad,
día
de resurrección
que
retiene sonidos en mis pupilas,
dilatadas
abiertas
fugaces
hacia
sueños que se soñaron
en
la espera que calló aburrida
y
hoy retornan sobre trombo sangriento.
Las
frutas de enero gotean la herida
sedienta
cansada
dolida
en
nuevo rumbo
que
ahora se viste de hielo
y se
asoman a observar como
breve
anochecer coagulado que huye
sin
prisa
dolor
clamor
de
voces que brotan
en
palabras blancas
batas
blancas
luces
blancas
que no
pensaron dejarme allí
donde
la soledad asola la ciudad.
Palabras
poco frecuentes
presionan
oprimen
seccionan
el pezón de mis oídos.
El
silencio ya no es mentira
es
un arma brutal donde el verbo
se
vuelve susurro.
que
devenga en gorrión
donde
el junco acaricia el rostro
en
entrega total.
Escrito el 20 de enero de 2014,
festividad de San Sebastián, en la habitación 106 del Hospital Quirón de
Marbella-
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