HENO Y FRESA
Ya no queda heno en la despensa, ni siquiera restos en el
felpudo del que un día fue su hogar. Hoy guarda en un guante su más preciado
tesoro, dos granos dorados como recuerdo de un tiempo en que ser niño tenía
olor a fresa.
Soy una interrogación…
aprendí a caminar
con el aliento de mostrarme
con mi propia transparencia…
Sigo aquí…
tal y como me ves,
sin disfraces,
sin mascaras ocultas…
A los versos incompletos de los poetas durmientes
A los durmientes poseedores de sueños
A los sueños de necesitadas ilusiones
A los ilusionistas en vuelo de mariposas
A las mariposas que envuelven nuestra vida
A la gloriosa vida del mudo artesanal
A los artistas desheredados del poema glorioso
A la gloria de los escritos incombustibles
A la presencia del poeta
Al poeta dormido
A ti.
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