SOBRE MI


Soy una interrogación…
aprendí a caminar
con el aliento de mostrarme
con mi propia transparencia…

Sigo aquí…
tal y como me ves,
sin disfraces,
sin mascaras ocultas…

DEDICATORIA

A los versos incompletos de los poetas durmientes

A los durmientes poseedores de sueños

A los sueños de necesitadas ilusiones

A los ilusionistas en vuelo de mariposas

A las mariposas que envuelven nuestra vida

A la gloriosa vida del mudo artesanal

A los artistas desheredados del poema glorioso

A la gloria de los escritos incombustibles

A la presencia del poeta

Al poeta dormido

A ti.

sábado, 23 de agosto de 2014

Y LUEGO DICEN QUE EL LOCO SOY YO



Abrazada al cuello de un torso desnudo te balanceabas al ritmo de una música que solo tú y yo escuchábamos, fue en ese instante cuando nuestras miradas se cruzaron, me observaste con ojos inquisidores al tiempo que tu sonrisa me indicaba tu íntima intención. Te compré.

Estos recuerdos me vienen a la memoria cuando hoy, precisamente hoy, hemos tenido nuestra primera discusión .Te empeñaste en acompañarme a la playa y sabes  que  no es el lugar más recomendable para pasear juntos, pero eres terca como una mula y accedí a tu deseo esperando no encontrarme con conocidos que lo más probable es que, entre sorprendidos y divertidos, girasen la cabeza al verme en tu compañía. Estabas preciosa, no lo discuto, tu esbelta figura siempre me transforma, me hace sentir  alguien importante en este mundo de locos y presumir de tu compañía fue siempre un deseo que soñaba en silencio. Pero todos nos miraban y sabes que llamar la atención es algo que detesto, pasar desapercibido es mi deseo dorado y tú con tu cabezonería lo echaste todo a perder. Paseaba por la orilla mientras tus brazos se enlazaban a mi cuello, mi bañador último modelo de la temporada pasaba desapercibido ante tu belleza. Varias personas se giraron al vernos juntos, incluso oí  comentarios que te describían como inapropiada.

Fuiste mi compañera en BBC, bodas, bautizos y comuniones, eventos en los que siempre destacabas por tu elegancia, saber estar y discreción. Con tu mirada lánguida acaparabas las sonrisas de quienes te contemplaban con admiración. Siempre discreta y atractiva, soñada y deseada. Eras una bandolera serrana entre jaras y tomillo, poseedora del encanto de quien hace de la soledad el deseo de tu posesión. Todo esto fuiste y ahora ya no eres nada.

Humillado te metí en el microondas para ver cómo te consumías y desaparecías ante mi presencia, yo, que tanto te quise y te deseé, yo, tu dueño y señor, tu amante de horas incompletas en tálamo confuso, acabé con tu vida entre sollozos ante tu agonía.

Descansa en paz mi querida corbata, mi señora de abrazos sobre mi pecho.

Y luego dicen que el loco soy yo.


HENO Y FRESA

HENO Y FRESA



Ya no queda heno en la despensa, ni siquiera restos en el felpudo del que un día fue su hogar. Hoy guarda en un guante su más preciado tesoro, dos granos dorados como recuerdo de un tiempo en que ser niño tenía olor a fresa.

LA INSPIRACIÓN

LA INSPIRACIÓN

Soy yo la que cree en ti, la que hace de un suspiro una luz de complicidad que se vuelve creación. La que ante tu ausencia busca nuevos refugios de paz que hagan de ella transmisora de locuras en vuelo sin motor.
Y a ti te espero cada día, cada mañana, cada sol que acuna mi soledad para abrazarme a ti como el musgo a su piedra y el violeta al arco iris.
Soy yo, la que te busca y te desea en tálamo perfumado de versos, la que te espera con pluma y pincel para que hagas de mi la locura de un sueño y pintes en mis lienzos poesías sin voz.
No me abandones en mis lienzos blancos y cuadernos sin escritura.

Te necesito.

SESENTA MINUTOS

SESENTA MINUTOS

Hizo el viento de sus susurros espuma en olas que revolotean a mis pies, sol fluorescente sobre el frio mar, serpentinas de color sobre rostros playeros que se confunden con las lágrimas de mis recuerdos.
Sentada sobre arena caliente desfilan vidas ajenas que sobre ella dejan las huellas que las olas acunan y borran. Junto a una toalla amarilla juega un niño con palas invisibles bajo la atenta mirada de su madre.
Una pareja se da la mano protegida por la sombra de su amor, con las toallas sobre sus hombros se besan. Dos cañas de pescar esperan sus trofeos, solitarias, ancladas en la arena de pasos marcados.
Unos niños se asoman al precipicio marino y descalzos corren, el agua está fría como el mes de noviembre. Los desagües de la civilización estropean el paisaje, setas de cemento sobre arena húmeda. Un vendedor sin prisa observa al niño sobre su toalla amarilla, ambos sonríen. Una frente se protege del sol con la mano izquierda, quizás no deje ver con claridad el futuro, deslumbrante o incierto de quien hace este gesto. Del aparcamiento surge una pareja, se dan también la mano para comenzar su paseo matinal.
El mar, su brisa, su sonido, nos envuelven a todos, acaricia rostros desconocidos y salpica cuerpos festivos.
Un perro corretea junto a sus dueños, feliz por su libertad, sin correa, sin frustración. Se inmortalizan recuerdos en cámaras fotográficas mientras un bebé en brazos de su madre encoge las piernas, el agua sigue estando fría. Unos se van y otros vienen a una playa solitaria que recibe visitas como solo unos brazos abiertos pueden hacer.
Miradas ausentes vigilan el horizonte.


Todo esto ha ocurrido en una hora de vida, en sesenta minutos de quien observa sentada en una mesa con la compañía de la ausencia. Tu ausencia.

FIN DE TRAYECTO

FIN DE TRAYECTO

La megafonía del tren de alta velocidad informaba de la audición de una pieza de música clásica mientras por la ventanilla del asiento 5D el paisaje empañado presagiaba lluvia. Tan solo quedaba algo más de cincuenta minutos para llegar a Madrid. La pasajera del asiento 4C llevaba puestos los auriculares conectados a su teléfono móvil y de vez en cuando deleitaba al pasaje con un gorgorito aproximado a lo pudiese ser la entonación de la canción que escuchaba. El pasillo me separaba de un pasajero que mantuvo varias conversaciones telefónicas poco discretas y acto seguido se puso la alianza, eso hizo que mi imaginación tomase la autopista del relato. No tengo solución.

Es curioso ver a todos los inquilinos del vagón con el móvil en la mano.  Yo tenía en mi regazo un libro, me sentí algo extraño, como cuando entro en una librería y solo compro uno. Bueno, y quien soy yo para criticar a nadie, quizás una especie en extinción o un enamorado de las letras que se cree con derecho a juzgar y divagar sobre las nuevas tecnologías. No, no es mi intención.

Puerta de Atocha, fin del trayecto.


viernes, 22 de agosto de 2014

LA ÚLTIMA CENA

LA ÚLTIMA CENA




Se iluminaron las sombras de la noche
cuando lo vieron partir sobre las vías del tren,
cayó Mayo sobre senderos
fiel testigo del desamor.

Dicen, que olvidó y desnudó
la mudanza de su corazón,
que ya no hay dos platos en la mesa
ni servilletas con nombres,
ni profecía de versos,
ni besos sobre su vientre.

Que partió sin cenar
pastoreando el dolor,
que por primera vez sustituyó
un amor sin retorno
por el aroma a café.

Dicen, que sobre la mesa
quedaron flores dormidas
al amparo profanado de
un “te quiero” sin respuesta,
un postre sin cucharilla,
una caricia ausente.

Por las vías del tren consuela
su dolor,
por la vías del tren partió
hacia nuevas cenas, hacia nuevos gemidos.




HAY DÍAS

HAY DÍAS

Hay días que parecen disueltos
sobre el dorso de mis manos
sabores escondidos en mi cama
recorriendo la noche.

Quizás estoy cerca
de un cielo sin escarcha
sin arco iris en mis ojos.

Hay días que las palabras huyen
sobre los railes de mi espalda
caída libre de versos
en busca de refugio.

Volveré a la farola encendida
al graffiti de mi vida dormida
al sabor del agua dulce.

Hay días, sin días
de ventanas abiertas al sol
con aroma a tierra muda
con sabor a levadura cansada.

Quizás ese beso olvidado
inmortal e ingrávido
abra mis venas dormidas.


SENTIMIENTOS QUE SURGEN DESPUÉS DE UNA TROMBOSIS CEREBRAL

Circulo blanco que envuelve y
traspasa el dolor como luz tenue,
convulsión de un punto
y envoltura de la nada
poseída del lodo ancestral
de la muerte que aguarda
como vómito espontaneo
en cerebro dañado.

Alborada fría de círculos
que navegan por la oscuridad
al otro lado del lodo
donde el alma tiene su plaza
hasta
hacer
romper
desmontar
los recuerdos paridos con dolor
en un punto y final.

Trombo mensajero de orzuelos
que cierran la luz de mis ojos
donde llega la elipse
de un dolor indescifrable.

No hay movimiento sino
araña que abraza mi rostro
en doloroso abrazo
mientras manos desconocidas
me elevan más allá de la vida
hacia una muerte no vivida.

Tuerce el monstruo mi cabeza
sin movimiento alguno
sincopándose en cornada mortal.

Segunda oportunidad,
día de resurrección
que retiene sonidos en mis pupilas,
dilatadas
abiertas
fugaces
hacia sueños que se soñaron
en la espera que calló aburrida
y hoy retornan sobre trombo sangriento.

Las frutas de enero gotean la herida
sedienta
cansada
dolida
en nuevo rumbo
que ahora se viste de hielo
y se asoman a observar como
breve anochecer coagulado que huye
sin prisa
dolor
clamor
de voces que brotan
en palabras blancas
batas blancas
luces blancas
que no pensaron dejarme allí
donde la soledad asola la ciudad.

Palabras poco frecuentes
presionan 
oprimen
seccionan el pezón de mis oídos.

El silencio ya no es mentira
es un arma brutal donde el verbo
se vuelve susurro.
que devenga en gorrión
donde el junco acaricia el rostro
en entrega total.

Escrito el 20 de enero de 2014, festividad de San Sebastián, en la habitación 106 del Hospital Quirón de Marbella-




EL POEMA FINALISTA "CUENTAN, QUE NO DICEN"

CUENTAN, QUE NO DICEN
Cuentan, que no dicen,
que había una mochila de palabras
sobre el hombro de un cuerpo desnudo,
que junto a la autopista canosa de su frente
se encontró el peaje de sonrisas ajenas.

Cuentan, que no dicen,
que el poeta tumbado sobre guijarros
dibujaba el andar cansado de las gaviotas,
que sus versos tejieron cunas ajenas
unidas al musgo que sentenció su muerte.

Cuentan, que no dicen,
que los olivos se enlutaron en semáforos sin color
al paso de su lápiz roto,
que la muerte le recibió discreta
testigo mudo en la arteria de su espuma.

Desde entonces, me basta tener
un paraguas roto para saborear la lluvia
que cae sobre mi taza solitaria,
aquella que perdió su cucharilla y
hace nidos al amparo de la escritura
tomando de tus labios versos que murieron sin voz.

Vivo mis recuerdos en prensa sin letras,
mi silencio con termómetro sin mercurio
en gota de agua de la fuente de Castalia
mientras mi entorno se quema en lámpara de sándalo.

Siempre seré ese paraguas roto
que dejó paso a la gota de tus versos
y al mezclarse con tu pelo tomó aliento
surgiendo sin permiso en tu rostro.
Cuentan, que no dicen… que te quise poeta.